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Provincia del dolor

Silvia Rodríguez

 

 

 

 

TRAUMA

 

Yo soy Casandra.

Y esta es mi ciudad bajo las cenizas

Wislawa Szymborska

 

Se recuesta en el inconsciente, como un perro abandonado

que ladra en las cuevas del cráneo y llora lágrimas de plomo.

Una bala certera se incrusta en el hueso azul

de un corazón abatido, que respira futuro a través de una máscara.

La herida nos arrastra a un abismo de flores oscuras

que devoran la carne con una alegría extenuante:

hacen que nuestro dolor nos convierta en otros.

Nos asomamos a las dunas de arena desértica

para constatar que aún existe el mundo,

a pesar de nuestras vidas convulsas.

 

 

 

 

SUEÑO ADULTERADO

 

Duermen complacidos en sus camillas metálicas

donde la anatomía se ampara en la luz médica.

Pasan de puntillas los ángeles con cofia y batas,

alguien mide el dolor del aire y el sonido de la esperanza.

Todos mantienen un corazón febril, un cuerpo inconsciente

y una cabeza ovillada en las manos de la narcosis.

Me susurran tenues palabras de cloroformo,

mi cuerpo sigue indolente, ebrio de anestesia inhalada

y mastico el aire violeta que se escapa de los quirófanos.

 

 

 

 

PALACIO DE CRISTAL

 

Camino por el desangelado pasillo de una urna submarina

por donde transitan otros boqueando como peces.

Pasan carritos de oxígeno y sondas;

anzuelos con que surgir al futuro.

Cada puerta aguarda algún secreto, ciertas lágrimas.

Recojo la luz del día que baña las baldosas del ánimo

y me escondo tras columnas de coral para no reconocerme.

Saldré inmune de este lugar, con una hendidura metálica

y un vago recuerdo de esos días que olían a cloro y magdalenas.

 

 

 

 

RAYOS X

 

Nos rodeará una luz ultravioleta, toseremos iones eléctricos

y nuestros cráneos serán imágenes en blanco y negro

en una pantalla que nos retuerce las vértebras.

Nadie podrá fotografiar lo que queda detrás de los huesos,

esa masa invisible que se ha ido formando muy adentro:

el espectro de una existencia débil, absurda, inconcreta.

Perderemos el significado de nuestros días, de nuestras casas,

nadie nos reconocerá entre los fútiles residuos de una época.

No sabrás cómo le amaba, ni cómo lamía la piel de sus sueños,

no intuirás su llegada ni sabrás cuántas cucharitas de azúcar

le ponía a la efímera mañana de cualquier día triste.

Atraviesa mi cuerpo opaco, tú, ojo inhumano.

 

 

 

 

EXOESQUELETO

 

Pretendemos imitar a las arañas de cristal que cuelgan del cielo,

a los crustáceos salinos con armadura anaranjada,

a los hongos que crecen en la espesura del bosque.

Me arrastraré como un caracol de plastilina fucsia

para que puedas moldear mi coraza de calcio acuático,

el armazón que ampare los pedacitos de mi entraña.

Y te abrazaré con mis brazos de coral entre peces azules,

te amaré hasta el último hueso, hasta que mi esqueleto se vacíe

como el de una víctima desgarrada por venenosos escorpiones.

 

 

 


Silvia Rodrígiez

 

Silvia Rodríguez (Gran Canaria, 1970). Ha publicado los libros de poesía: Rojo Caramelo, El ojo de Londres, Casa Banana, Shatabdi Express, Bloc de notas, Departamento en QuitoCiudad Calima, PadresueñoLas princesas no tienen nombreMarabulla (Premio Internacional de Poesía María del Villar 2018). Este año han visto la luz una nueva edición de Marabulla y Provincia del dolor. Está incluida en antologías como 23 Pandoras: Poesía alternativa española. Ha intervenido en Festivales Internacionales de Poesía: Génova, La Habana, Poetas en Mayo en Vitoria-Gasteiz o en el Programa Literario de Otoño de Ginebra.